Una expresión plena de sentido que el Papa Francisco nos deja en su última Encíclica “Dilexit Nos”. Lo que va muy de acuerdo con la celebración en este Domingo de la Divina Misericordia. Los Apóstoles y Discípulos estaban llenos de miedo no sólo porque temían la persecución de los fariseos sino su propia conciencia de haber traicionado y abandonado a su Maestro. Y al verlo ahí delante de ellos esperaban una muy justa represalia y hasta algún castigo. Pero se encontraron de lleno con un infinito Amor y Misericordia que no solamente les perdona sino que los hace colaboradores de su poderosa Misión salvífica.
¡Cuántos padres de familia se sienten impotentes ante unos hijos que no saben recibir su amor! Ellos los aman intensamente pero los hijos no saben recibir ese amor. Este es el problema de la gran parte de la humanidad e incluso muchos católicos. En su Encíclica “Dilexit Nos” (Él nos ama) el Papa Francisco nos pide que sepamos cultivar nuestro corazón. Cristo nos pide que como un campo sepamos sembrar buena semilla. Cultivar nuestro corazón es no dejar que las malas semillas que nos llegan por todos los medios y nos entran por los ojos y los oídos, no dejar que echen raíces en nuestro corazón y crezcan danto frutos amargos. Hemos de tener la autoridad y fortaleza para escoger los sentimientos que brotan de nuestro corazón. Muy al contrario de lo que oímos mucho en canciones y películas “que en el corazón no se manda”. ¡Todo lo contrario! Si no cultivamos nuestro corazón, no sabremos recibir el Amor Misericordioso de nuestro Señor Resucitado, para disfrutar los frutos de Resurrección que Él quiere ver en todos nosotros. Así es como nosotros preparamos el Reino de Cristo Rey. ¡Que será nuestro Hogar Eterno!